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Madre Trinidad

LA MISIÓN EDUCATIVA DE MADRE TRINIDAD

Madre Trinidad, ejemplo de humildad, mujer con conocimiento claro y verdadero del espíritu de sumisión y obediencia. Con mucha vida interior e inmenso amor a los niños, a la Eucaristía y a la Virgen María.

La misión educativa de madre Trinidad se había propuesto cumplir una auténtica función pedagógica, cuyo fin era vivir anticipadamente la experiencia del encuentro con Jesús en el sagrario, ir en busca de los niños y compartirles esa experiencia.

Para ella, el pedagogo es el acompañante experimentado que lleva de la mano al educando, el que lo asiste y lo inicia en los secretos de la enseñanza y el aprendizaje. Un acompañamiento y una asistencia que por vía de la experiencia y el testimonio anima a las personas a vivir la vida de Dios.

Otra intuición pedagógica importante de la obra de madre Trinidad consiste en la acogida incluyente que se brinda a todas las personas sin excepción; pidiéndonos que los educadores asumamos una actitud tierna y amorosa. “La educación de personas amadas no se confía más que a maestros de entera confianza y experimentados” (Escrito 7, 194)

La educación que las hermanas ofrecen en los colegios pretende transformar los hogares cristianos; no se reduce a la transmisión de conocimientos teóricos ni al desarrollo de habilidades. Lo que busca es conseguir el desarrollo integral de la persona, un propósito que incluye: aprender a conocer, la teoría; aprender a ser, los valores; aprender a hacer, las habilidades y destrezas; aprender a convivir, las actitudes.

Por esta razón, la educación de madre Trinidad tiene nombre y apellido, es una educación cristiana, animada por la espiritualidad eucarística y mariana, es decir, marcada por la donación de la persona, su entrega solidaria, su disposición para vivir en calidad de siervas y siervos del Señor.

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